domingo, 24 de abril de 2016

Tema 10: ¡Mesopotamia! (Ejercicio 7)


       LA VIDA DE LAS MUJERES MESOPOTAMICAS

En general, los derechos de las mujeres en Mesopotamia no eran iguales a los de los hombres. Pero en períodos tempranos las mujeres podían llegar a los lugares de mercado, comprar y vender, atender asuntos legales en ausencia de los hombres, tener sus propias propiedades, prestar y pedir prestado, y realizar negocios por sí mismas. Las mujeres de alto estado, como las sacerdotisas y las componentes de las familias reales, aprendían a leer y escribir para que así pudieran ejercer una autoridad administrativa considerable. Numerosas diosas poderosas eran adoradas; en algunas ciudades estado eran sus deidades principales.
La posición de las mujeres variaba según las ciudades-estado dónde viviesen y según el tiempo en el que viviesen. Había una gran diferencia entre las mujeres de alto y bajo estatus (casi la mitad de la población en el período tardío babilónico eran esclavos), y el poder y la libertad femeninos fueron “recortados” en época Asiria. La primera evidencia de leyes que “requerían” que las mujeres de la elite llevasen velo es de ese período.

Matrimonio
El matrimonio, al menos en teoría era acordado por el padre o los hermanos.
En el contrato matrimonial había dos conceptos muy importantes: la dote y el precio de la novia.

Divorcio
Si un hombre deseaba divorciarse podía hacerlo sin necesidad de justificación, pero si había tenido hijos con ella, esta se quedaba con la dote, con los hijos y con los derechos de la propiedad para poder mantenerlos. Si era ella la que deseaba divorciarse o el marido se negaba, entonces intervenían los tribunales.

Adulterio
En Babilonia , el adulterio consistía en que se una mujer tenía relaciones sexuales con un hombre que no fuera su marido, no se consideraba adulterio si un hombre tenía relaciones con una mujer que no fuera su esposa. Si su marido acusaba a la mujer sin pruebas palpables, ella tenía que jurar inocencia ante el sacerdote y podía volver con su marido.
Si además de su marido, otra persona la acusaba de adulterio, tenía que jurar su inocencia ante los dioses y arrojarse al río. Si se ahogaba se consideraba que era culpable, y si no se ahogaba, se pensaban que era que los dioses  la habían ayudado.
Muy pocas personas sabían nadar en Mesopotamia por lo que era una prueba muy arriesgada.


No hay comentarios:

Publicar un comentario